PROGRAMA DE ENRIQUECIMIENTO PARA SUPERDOTADOS Y TALENTOS

DIMELO, Y LO OLVIDARÉ; MUESTRAMELO Y A LO MEJOR LO RECORDARÉ; IMPLÍCAME Y LO ENTENDERÉ

lunes, 26 de abril de 2010

Superdotados que se ocultan

25.04.10 - 00:17 - Diario Montañes

MARÍA DE LAS CUEVAS
SANTANDER.

«Mi hijo no sabe que tiene altas capacidades y no se lo vamos a decir», relata un padre

Son los grandes olvidados del sistema educativo, según los expertos, que alertan de que «esconden su inteligencia para evitarse problemas»

El miedo a que los niños que nacen con una inteligencia muy por encima de la media acaben por frustrarse al no llegar a lo que se espera de ellos -ser extraordinarios en todo-, el temor a que los otros niños les dejen de lado y les insulten -un hecho a día de hoy-, y la presión por parte de los profesores, inseguros ante un alumno brillante, son los motivos por los que los padres de un menor con altas capacidades de Cantabria ocultan su identidad al hablar con EL DIARIO MONTAÑÉS. El Director del centro de estudios del niño tampoco es partidario de que se dé su nombre: «Pues claro, hay muchas envidias y se le empezaría a tratar como a un monstruito que no puede fallar en nada. Cuanto antes se asuma que no todos los chicos con altas capacidades van a ser astronautas será mejor para el sistema educativo».

«No queremos que esté en el punto de mira» -explican los progenitores de este niño de 9 años diagnosticado de altas capacidades con un cociente intelectual (CI) de 130, cuando la media se sitúa entre 85 y 100)-. Sus padres insisten en que es «un crío normal, que hoy es muy inteligente pero que en otro momento puede cambiar y entonces el tropiezo tendrá una doble carga. Su nivel para aceptar la frustración ya de por sí es muy bajo, porque es tremendamente perfeccionista, y sería un golpe duro».

Ahí está el problema. Es cierto que puede cambiar, puesto que el CI es móvil y se disipa si no es ejercitado. Por eso, muchos expertos consideran que el sistema educativo español atiende a la diversidad por abajo, es decir, a los chicos con retraso, pero no ayuda a los que destacan por arriba. Rafael Andrés, director del Colegio Santa Juliana, en Santillana del Mar, explica que «la gente piensa que como son inteligentes salen por sí solos, sin ayuda, pero al contrario, se aburren y abandonan los estudios si nadie les reta. Entre un 2% y un 5% de la población tienen altas capacidades; no se diagnostica por el miedo que tiene el tutor a que después se le exija a ese chico que sea extraordinario. Es fundamental normalizarlo en la sociedad y que la Administración también lo normalice».

¿Cómo lo detectaron los padres de este niño de 9 años? «Nuestro hijo no estudia para aprobar, lo hace porque le interesa; tiene muchas inquietudes y ganas de saber. Destaca por ser muy observador y por una asombrosa capacidad de orientación», explican. Fueron los docentes del chico quienes, cuando éste contaba con cinco años, descubrieron que destacaba por encima de la media de la clase, por su riqueza de vocabulario y perspicacia. En un test de barrido que hicieron todos los alumnos sacó las máximas puntuaciones. Después, le hicieron las pruebas que confirmaron que tenía altas capacidades. «Si no soy el más listo de la clase, estoy entre los dos primeros», dice el niño, ajeno a todo. «De mayor... quiero ser piloto de avión, o policía u obrero».

Desde que tiene dos años habla construyendo frases coherentes -un rasgo común entre los niños con sobredotación (el término acuñado actualmente para referirse a los superdotados). «En Reyes nunca ha habido que ayudarle a montar los juguetes, lo hace él solo», señala su madre. «Se recorre los museos con un ansia por aprender que es hasta obsesiva, -añade su padre-, pero por lo demás, nuestra experiencia es que es más normal de lo que la sociedad prevé; la gente cae en tópicos».

Estos padres tienen como premisa normalizarlo. «Él no sabe que es un niño con altas capacidades ni se lo vamos a decir. No queremos forzarle ni apuntarle a mil cosas sólo porque tenga habilidades. En su tiempo de ocio hará lo que a él le apetezca. Es imprescindible que disfrute con lo que aprende, si no la presión acabaría por desmotivarle, así que, si lo pide, se le dará, pero no le exigiremos que toque un instrumento o que aprenda cinco idiomas».

«Mamá, me aburro»

Los alumnos con altas capacidades son críticos con el sistema educativo. «Llegan a casa enfadados si se ha perdido el tiempo en clase. El segundo día que hacen este tipo de comentarios: «Mamá me he aburrido porque hemos perdido el tiempo, los otros chicos me miran raro. Como son inteligentes saben que para adaptarse tienen que esconderse», explica el orientador del IES La Granja, Marino Pérez Avellaneda.

«Que son los grandes olvidados del sistema educativo es un hecho tajante», apuntan Javier Venero Aja, director del Instituto Cántabro de Altas Capacidades, y Marino Pérez, asesor de este proyecto que ya está en marcha en Cantabria. «Es un centro privado preparado para que los chicos no pierdan este don y se echen a perder o se oculten. Estadísticamente hay un alumno con altas capacidades por clase; es fundamental detectarlos, trabajar con ellos y estimularlos».

Los propios docentes que no están preparados «sienten celos y les ponen a prueba constantemente», asegura el doctor Amable Cima, director del Instituto Asturcántabro para superdotados, un centro en el que ocho chicos cántabros con altas capacidades reciben una ampliación curricular. «Ocurre que el propio profesor les acribilla a preguntas para dejarles en evidencia y demostrar que no son tan listos», asegura el doctor. Ante tanta presión los alumnos suelen hacer una «regresión a la media», explica Cima, «bajan al nivel de todos y disimulan, hacen que no saben leer, o lo hacen mal para sacar malas notas. En España no se premia los méritos académicos».

En las chicas esto es más radical, «literalmente se esconden en la adolescencia para no destacar. No es bueno ser distinto, ni por arriba ni por abajo, los demás no lo entienden y les dejan fuera del grupo. El 80% de los alumnos con altas capacidades no terminan la educación obligatoria y el 30% se vuelven alumnos conflictivos, o bien porque se aburren y se desmotivan o bien porque se unen a los más rebeldes de la clase para integrarse».

Rafael Andrés, director del Colegio Santa Juliana, añade que «cuesta dar el paso del diagnóstico porque el docente teme poner la etiqueta. Es un riesgo pero también un requisito para recibir recursos por parte de la Administración. Sin el diagnóstico, ¿que hacemos en los centros, les dejamos morir en el limbo?

Acelerarles un curso

«Cada niño es un mundo, no se puede hablar en bloque», señala el equipo de orientación educativa y de psicopedagogía de Educación, desde donde se explica que «es una población normal; dentro de ella hay matrículas y suspensos, unos más listos que otros o más maduros. Saltarse un curso dependerá de su madurez y de estar seguros de que el niño tendrá una perfecta integración. No puede decirse si es una buena medida en general porque depende de cada contexto».

La consejería asegura que «estos niños no están solos. Los centros educativos están capacitados para atender su situación», bien con medidas previstas por la Ley, como la aceleración de curso, o bien con actividades para estimularles como proyectos de investigación, campamentos científicos o de creación literaria que «nutren toda su curiosidad».

lunes, 19 de abril de 2010

Un escritor de literatura juvenil interesado en inteligencias diferentes

Yo también quiero compartir que he descubierto un escritor de literatura juvenil interesado en inteligencias diferentes, entre ellas la superdotación. He leído hace poco "El Síndrome de Mozart" (preciosa y conmovedora) y acaba de publicar "El remoto decimal", sobre un chico con superdotación pero emocionalmente muy vulnerable. He leído entrevistas del Sr. Moure y me gusta bastante lo que dice.


Begoña por @E-mail

La Universidad firma este lunes un convenio para atender a niños con altas capacidades

TeleAsturiasdigital.com
TD


18/04/2010 - 09:07

Este lunes, 19 de abril, en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo, tendrá lugar el acto de firma del Convenio Marco de Colaboración entre la Universidad de Oviedo y la Asociación de Padres de Alumnos de Altas Capacidades (APADAC). Los objetivos de este Convenio son, dinamizar el estudio y la especialización en materia de alta capacidad de todos los futuros profesionales que trabajarán con niños y niñas de alta capacidad y promover y llevar a cabo proyectos relacionados con el enriquecimiento instrumental y la inteligencia emocional de niños y niñas de alta capacidad dentro del entorno no ya solo escolar sino también familiar y social.

Pero además, mediante este convenio se van a realizar talleres de enriquecimiento cognitivo en los distintos centros universitarios, aprovechando los recursos humanos especializados, los medios materiales y las instalaciones de la Universidad de Oviedo. El propósito es motivar y abrir las puertas del conocimiento, la curiosidad y el ansia de investigación tanto de los niños y niñas con alto rendimiento como de aquéllos con fracaso o bajo rendimiento escolar. Por último se va a crear la innovadora figura del mentor, representada por un docente universitario que guíe y oriente a niños y niñas con altas capacidades en proyectos de aprendizaje e investigación especializada.

viernes, 2 de abril de 2010

La inteligencia sin control, no sirve de nada

By La sal de Lilit

Post publicado en ASA Málaga



“La inteligencia sin control, no sirve de nada”. Porque, un cerebro preparado para aprender a altas velocidades y con un gran potencial, pero no canalizado, trabajado o conducido hacia la línea de meta, se perderá por el camino y no alcanzará sus objetivos. Tratando de manera habitual a niños y niñas con altas capacidades, observo cómo vivir de las rentas, se convierte en una máxima que acompaña a muchos de ellos en sus actividades diarias y la ley del mínimo esfuerzo, en su recurso ante todo aquello que suponga trabajar. Retomando el símil del anuncio, se enfrentan a la carrera mal preparados, usando tacones incómodos que les impiden correr, volar. Cuando los padres de estos niños y niñas me dicen “mi hijo/a es un vago/a, no hace nada”; casi siempre, lo que nos encontramos es una inteligencia que le permite alcanzar metas, apenas sin esfuerzo. Hay una falta clara de hábito y rutina de trabajo, imprescindible para la consecución de logros; asimismo, estos niños/as se sienten incapaces de realizar cualquier tarea que suponga un esfuerzo sostenido en el tiempo. Bien es cierto que el problema de la falta de esfuerzo personal no es exclusivo de los niños con altas capacidades. Se trata prácticamente de un mal endémico de nuestro sistema educativo, aquejando a numerosos alumnos, independientemente de su grado de inteligencia. Pero en un niño o niña con sobredotación intelectual, su capacidad le permite permanecer en una línea de aprendizaje pasivo durante un mayor tiempo. Es en la Enseñanza Secundaria Obligatoria y, sobre todo, en el Bachillerato, donde el fracaso escolar se hace evidente. ¿Quiénes son los responsables de que un niño con un potencial enorme no lo sepa aprovechar en su beneficio y en el de los demás? Quizá no haya que buscar culpables, si no que cada uno de nosotros intentemos solucionar el problema, en la medida de nuestras posibilidades. La comunidad educativa debería tomar nota, apoyando a estos niños, no dejándolos a su suerte y esperando que su potencial les obre el milagro. Por su parte, los padres deberían ser rigurosos ante un pequeño o pequeña que no se esfuerza, sea en los estudios o en otras parcelas de su vida. Y no propongo, desde este foro, volver a los principios educativos que inspiraron la conocida frase la letra con sangre entra; en absoluto. Me refiero al principio de la responsabilidad en la educación de nuestros hijos, sin complejos; a concederle valor al esfuerzo. Con esa responsabilidad aprenderán a luchar por sus objetivos, a no desistir ante el más mínimo contratiempo y a ser personas que, sobre todo, saben lo que poseen y con capacidad práctica, lo usan. Y respecto a todos aquellos que tenemos la enorme suerte de trabajar con ellos, debemos guiarlos, “atraparlos” en un modelo de aprendizaje atractivo y responsable, que valore y refuerce positivamente el trabajo, para que no tiren la toalla ante su futuro. Consigamos, entre todos, que controlen su inteligencia y que la meta no les resulte tan imposible de rebasar.